Llevo un unicornio tatuado en el brazo. Porque es un animal mágico. Solitario como yo, pero mágico. Un día me susurro su nombre al oído. Desde entonces, creo en las fabulas y la fantasía. Es mi segunda forma de vivir. (Lo bueno de escribir es que haces pasar al protagonista por todas las aventuras que a ti te hubiera gustado disfrutar).
Añade cualquier comentario que se te ocurra a lo que has leído.
ResponderEliminarVieja Recordaba su primera clase de montar a caballo, estaba entusiasmado, con muchas ganas. Cuando estaba arriba del caballo, no le daba miedo, aunque botaba como una pelota.
ResponderEliminar¡Claro que sí! Desde que tenía ocho años el animal que más le gustaba era un caballo. Así que su padre le apuntó con el maestro Mejai, el mejor enseñando a dominar una montura. Cuando acabo la primera clase, después de botar como una pelota, le dolía todo el cuerpo. Pero era feliz. Iba a superar a su maestro.
EliminarHola, soy Celia de 1º E, Vierja y el unicornio fueron felices y comieron perdices
ResponderEliminarBueno, pues tendremos que contar que hacían para ser felices y las aventuras que pasaron juntos para llegar a serlo.
EliminarEl unicornio se llamaba Orinis y le contó a su nuevo amigo que, cuando era pequeño, fue a vivir una aventura al bosque y conoció a los animales que allí vivían. Se perdió y de vuelta a casa, casi se ahoga en el río al intentar salvar a su amigo el conejo. Fueron rescatados por los guardianes de los unicornios que, según cuenta la leyenda, les vigilan y protegen de todos los peligros. Jesús Estévez, 1ºA.
ResponderEliminar¡Genial! También el unicornio fue pequeño una vez y corrió sus aventuras. Intentaremos hablar con los guardianes de los unicornios para que nos cuenten más cosas de ellos.
ResponderEliminarUn día soleado, estaba Vierja con su unicornio jugando a la pelota, pero se entretuvo hablando con un amigo suyo y de repente el unicornio se escapó.
ResponderEliminarLo buscó por todo el bosque y no lo encontró, pero había una amiga suya que también tenía un unicornio y le dijo a Vierja que no lo había visto.
Vierja estaba triste y decidió pedir ayuda a otros amigos. Al final lo encontraron en un lago bebiendo agua y bañándose. Vierja muy contenta le pidió al unicornio que no se escapara más y le puso la cuerda mucho más fuerte. El unicornio prometió que no se volvería a escapar más y le pidió que volvieran a ser amigos. Y comieron perdices para siempre.
Irene Marinas, 1ºD